Agustín le encanta todo lo que rueda - como las llantas de los carros. Pero no conoce el sonido que hacen al andar, ni el ruido que hacen sobre una avenida congestionada, pues el pequeño nació con Hipoacúsia Bilateral Profunda. En otras palabras, nació con sordera total en ambos oídos. No conoce la voz de sus padres, ni el sonido que hacen sus juguetes cuando los azota jugando con ellos. El mundo lo explora a través de lo que ve, sin saber que todo lo que lo rodea esta emitiendo algún ruido, desde el frufrú de las hojas de los arboles, hasta el encendido del motor del coche en el que lo llevan sus papas todas las semanas a sus terapias auditivas.
Sin embargo, no todo es malo, pues Agustín a pesar de haber nacido con una discapacidad auditiva que podría aislarlo del resto de la gente (como sucede por lo general), es completamente lo contrario. Es un niño que sabe pedir (y en ocasiones exigir) lo que quiere y siempre lo obtiene, aunque sea sin emitir algún sonido ni balbucear palabras - como el resto de los niños de su edad lo hacen a su edad.
La vida de Agustín y la de sus padres esta a punto de dar un giro de 360 grados, pues en pocas semanas sera sometido una operación de trasplante coclear, por la cual sus padres, y familiares han sacrificado mucho por obtener, pues además de ser la única solución para que Agustín pueda por fin escuchar, es considerablemente costosa; aproximándose a los cuarenta mil dólares... solamente de gastos quirúrgicos.